Reseña: 68 de Paco Ignacio Taibo II

Todo es Tlatelolco y lo demás anécdota

Lamentablemente, en el tiempo, el 2 de octubre, con la tremenda fuerza de nuestros cuatrocientos muertos, muchos de ellos cadáveres anónimos, arrojados por aviones militares al Golfo de México aquella misma noche, con las imágenes de los heridos arrastrados por los pelos, capturadas para siempre por una fotografía, con la memoria de la sangre en el suelo mojado, con la retina invadida para la eternidad por la luz de los bengalas que dieron inicio la masacre, con las historias de los hospitales asaltados por judiciales que remataban a los heridos se ha quedado solo. 

El dos de octubre substituye en la memoria los 100 días de huelga. El 68, por la magia negra del culto a la derrota y a los muertos, se vuelve Tlatelolco. Quizá porque no estuve allí, y vi la plaza en las narraciones de Santiago Flores, al que las balas perforaron una pierna, en el silencio de las veladoras y las flores puestas sobre el suelo el dos de noviembre, un mes más tarde; con los ojos de la legión de anónimos narradores que éramos, quizá por eso pude escaparme al maleficio. El movimiento era lo otro, Y seguía.



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