De la toma de camiones a las barricadas incendiarias. Los primeros días del 68 mexicano
De
la toma de camiones a las barricadas incendiarias.
Los
primeros días del 68 mexicano.
Por: Anuar I. Ortega
Galindo
Los mecanismos
de lucha de los estudiantes durante la década de 1960 incluían la toma de
camiones, especialmente para trasladarse a algún evento y como efecto natural
cuando había atropellados estudiantes y/o
accidentes en los que hubo participación de camiones de pasajeros. Los permisionarios de las líneas de
transporte sufrían perdidas porque los estudiantes secuestraban camiones, en la mayoría de las ocasiones, el conflicto
se resolvía con la intervención de las autoridades de las escuelas y con los
representantes de los permisionarios y los líderes de las sociedades de alumnos.
Hasta antes de
1968 sólo se retenían los vehículos a cambio del pago o reparación de los
daños. Los camiones secuestrados se vigilaban en los estacionamientos de las
escuelas y permanecían en calidad de fianza. Para presionar a favor de que se
cumplieran las indeminazaciones a los deudos, se amenazaba con desmantelarlos e
incluso quemarlos, pero en los casos registrados durante marzo a mayo de 1968, siempre
se regresaban las unidades sin daños. Por ejemplo el 8 de marzo de 1968, un
camión de la línea Lindavista Bellas Artes atropelló al estudiantes Eduardo Marín
Segovia afuera de la Preparatoria número 9, pronto los estudiantes retuvieron una
decena de camiones y fueron tomando más conforme pasaron los días, luego de un
mes se logró la indemnización a los deudos por el fallecimiento del estudiante y
fueron entregados 30 camiones a la línea camionera.
Los
permisionarios de las distintas líneas
de camiones exigieron garantías para realizar su trabajo en los primeros
días del movimiento estudiantil, las imágenes del camión ardiendo en
el viejo barrio universitario profusamente
publicadas, asustaron a los choferes de hacer sus rutas, El 30 de julio
en la
prensa se anunciaba que por acuerdo de las líneas se suspendía la
entrada de
autobuses y tranvías al centro de la Ciudad, en consecuencia había
demoras y un
aroma de inseguridad, los efectos de la conspiración estaban a la vista,
largas
filas esperando el transporte y ríos de gente moviéndose a pie, los
rumores
aumentaban y ya para el primer día de agosto, la ciudad era patrullada,
en su
zona centro por vehículos militares. Al
mismo tiempo se rumoró el secuestro de pipas de gasolina y la toma de la
refinería por parte de los subversivos, el miedo por el desabasto de
combustible causo compras de pánico, largas filas de vehículos
trastocaron la
vida diaria, incluso Pemex en un desplegado aseguro que el suministro de
gasolina estaba normalizado.
El paso del
secuestro a la quema del vehículo rompió con esa tendencia en los métodos de
lucha de muchas escuelas de educación media. No se sabe con precisión quién
prendió el primer camión. La autoridad interpretó que agentes extraños,
extranjerizantes les enseñaron a los estudiantes mexicanos, a quemar los
camiones a preparar las molotov e incendiar todo a su paso. Los camiones y
trolebuses colocados para bloquear avenidas y calles, tampoco parecían ser un
método propio del estudiantado tradicional, sino más bien como estrategias
extranjeras implementadas con la clara intención de provocar miedo y zozobra,
elementos necesarios para la desestabilización del país. Los jóvenes emulaban
las imágenes de las barricadas parisinas, sin darse cuenta que estaban
destinando sin remedio a la confrontación con un régimen que no permitía
espacio alguno para la anarquía.
La construcción
del enemigo estaba en marcha, el desarrollo de los acontecimientos aceleraría
el curso, sobre todo cuando la juventud se vio liberada y deseosa de liberar a
su sociedad. Los estudiantes habían probado la libertad, desparpajados y sin
medir las consecuencias continuaron hasta agraviar muchos de los símbolos del
autoritarismo presidencial de entonces.
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